HUELGA GENERAL FEMINISTA, MOVIMIENTO FEMINISTA Y CUIDADOS
28 de noviembre, 2023
HUELGA GENERAL FEMINISTA,MOVIMIENTO FEMINISTA Y CUIDADOS
En los últimos tiempos el feminismo ha sido blanco de diversos señalamientos y ataques, cuando menos dialécticos, tanto desde la derecha como la izquierda. Si bien toda crítica debiera de tener cabida en el debate político, no es menos cierto que conviene siempre hacer una correcta contextualización de lo que se trata de criticar. En lo que respecta a Euskal Herria, Movimiento Feminista ha destacado en los últimos 20 años por su gran desarrollo y su capacidad transformadora. Inicialmente a partir de grupos y asambleas de mujeres arraigados a nivel local, se ha convertido en un proceso capaz de autoorganizarse a nivel nacional. En torno a una hoja de ruta común y manteniendo esa naturaleza popular, ha conseguido impulsar movilizaciones masivas, las más grandes que hemos conocido en las últimas décadas. Así, hasta convertirse en un movimiento ciertamente de masas que ha logrado atravesar amplias capas de la sociedad y, en mayor o menor medida, propiciar una transformación de las mismas. De este modo, echando la vista atrás, y si hacemos balance de estas últimas décadas, no nos cabe la menor duda de que se trata de un avance histórico para las mujeres, personas trans, disidentes de género, bolleras, maricas y en general para todas aquellas situadas en una posición de opresión frente a división sexo-género patriarcal. El feminismo le ha dado a la sociedad una buena sacudida emancipadora.
Todo esto no significa que el Movimiento Feminista no tenga contradicciones. Un proceso que pretende ser realmente transformador debe pisar el barro, y al hacerlo es inevitable tener contradicciones e incluso llegar a cometer errores. No obstante, muchas veces parece que al feminismo se le exige mucho más en comparación con otros procesos históricos que han tratado también de librar a la sociedad de sus cadenas. A ese respecto, es evidente que la institucionalización ha ocupado un lugar cada vez más destacado dentro del feminismo, tendencia de la que se derivan varios peligros. Por ejemplo, la desconexión con las dinámicas de lucha populares y con las clases desposeídas. También, la pérdida de autonomía del proceso de transformación, al trasladar el centro político a espacios que están situados bajo el control de las clases dominantes (a los centros de poder del mercado y el Estado). Del mismo modo, es innegable la existencia de corrientes de carácter liberal-burgués en el seno del feminismo. Este tipo de perspectivas refuerzan la comprensión de la resolución de la cuestión de género en términos de parcialidad, como si tal resolución fuera posible sin abordar la cuestión general de la dominación.
La Huelga Feminista General del próximo 30 de noviembre pone de manifiesto algunos de estos logros y contradicciones del feminismo. Al poner en el centro la cuestión de los cuidados, se señala una realidad que históricamente ha estado invisibilizada y feminizada (y por lo tanto devaluada) en el funcionamiento de la sociedad, pero también en el seno de las luchas sociales. En este sentido, es imprescindible poner en valor la dinámica "Denon Bizitzak Erdigunera", ya que de su mano viene el impulso para abordar el tema y la propia convocatoria de huelga. En el dossier que se ha publicado al respecto, se identifican numerosas contradicciones y problemáticas relacionadas con los cuidados. Vemos importante subrayar y traer a debate algunas de ellas.
En primer lugar, una de las principales reivindicaciones es la profesionalización de los cuidados y su salarización, al tiempo que se subraya el rechazo la "mercantilización" de los mismos. En realidad, la salarización de cualquier trabajo implica su mercantilización, en tanto que el salario es una mercancía. No dudamos de que en el contexto actual la salarización/regularización de muchos de los trabajos (que no de todos) que se realizan en el ámbito de los cuidados vaya a suponer una mejora de las condiciones de vida de las mujeres y que, por tanto, sea necesaria. Pero una cosa no quita la otra. La salarización y la profesionalización pueden posibilitar la superación de ciertas formas de subordinación que aún se reproducen bajo la lógica patriarcal (próximas a la esclavitud o a la servidumbre). No obstante, esto acarrea la mercantilización de estos trabajos: y con ello la profundización en las relaciones sociales capitalistas. Frente a ello, vemos importante reforzar las experiencias y ensayos que favorezcan la colectivización de los cuidados al margen de toda expresión de dominación: más allá de la propiedad privada, de la mercancía y la forma valor, de la lógica patriarcal y colonial. Creemos que sólo ese horizonte estratégico hará posible que la salarización de los cuidados (hoy en día necesaria) no derive en una lógica reformista y de asimilación capitalista.
En relación con esto, otra de las principales reivindicaciones se centra en la compatibilización entre el cuidado público y el comunitario, lo que nos conduce a la tensión existente entre la comunidad y lo público-estatal. En nuestra opinión, el Estado moderno, desde su origen, ha impulsado la división y separación de los diversos aspectos de la reproducción de la vida, de tal forma que su administración, correctamente compartimentada, sea lo más eficiente posible. Y es que lejos de ser un ente neutral, esa es la lógica interna del Estado: asegurar una gestión eficiente de la sociedad de masas industrial al servicio de los intereses de las clases dominantes, imponiendo para ello los medios de burocratización y disciplinamiento que sean necesarios. En definitiva, despojar a las personas y las comunidades del control sobre sus vidas. Aquí, al igual que ocurre con la mercantilización, en las condiciones actuales y a efectos prácticos, nos es imposible la negación total del Estado: entre otras cosas, porque nuestras vidas se materializan prácticamente en su totalidad a través y dentro del Estado. Y sin éste, y en ausencia de otra forma superior para la organización de la sociedad, nos encontraríamos ante la barbarie. En este sentido, la clave aquí no es compatibilizar el "cuidado comunitario" con las estructuras de Estado, lograr una especie de conciliación armoniosa entre ellas. Más bien al contrario: ir construyendo cada vez más esferas de la vida, incluida la de los cuidados, en el seno de la comunidad (de la comuna), más allá de la lógica del Estado. Con todo, no negamos que deba de existir una relación entre la comunidad y el Estado. Tal relación debe existir, pero debiera de ser concebida desde el antagonismo, no desde la compatibilidad. Y por supuesto, para que la lógica comunitaria pueda ir abarcando cada vez más aspectos de la vida, es imprescindible ir construyendo una institucionalidad popular que no reproduzca a su interior la fragmentación, la burocratización y la jerarquización que le son propias al Estado. Sabemos que no se trate de una tarea fácil, que no es algo que vaya a ocurrir de un día para otro. Sin embargo, es una tarea política a la de debemos de prestar especial atención y dedicación desde este mismo momento.
Por último, nos gustaría añadir una reflexión en el plano conceptual. Parece bastante generalizado considerar el concepto de "cuidados" como sinónimo de "trabajos reproductivos". Sin embargo, en nuestra opinión, el "cuidado" puede entenderse de forma ambivalente: 1) efectivamente, como el conjunto de trabajos necesarios para la reproducción de la vida social o 2) como forma de relación social. Y el hecho es que al utilizar los cuidados (conceptualmente) como mero sinónimo del trabajo reproductivo estamos limitando su potencial político. De este modo, si consideramos la lógica del cuidado como lógica social general, más allá de lo que sucede en la esfera del trabajo reproductivo, se puede convertir en criterio para el ordenamiento del conjunto de la sociedad. De hecho, cuando hablamos de una sociedad libre de clases, sin ningún tipo de opresión, ni explotación, ¿a qué nos referimos sino es a una sociedad en la que sus miembros se relacionan a través del cuidado mutuo? Ahí el cuidado hace referencia a una determinada forma de relacionarse en común: sin competencia e indiferencia mutuas, basada en el apoyo mutuo, el amor (no romántico-patriarcal) y la lógica comunitaria. Una forma de relacionarse que supera por tanto los límites de la esfera del trabajo reproductivo. Y al contrario, cuando lo utilizamos como sinónimo de los trabajos reproductivos, pasamos a considerar todo lo que sucede en el ámbito reproductivo como cuidados. Pero en realidad, la materialización de los trabajos reproductivos no siempre se da a través del "cuidado": cuando se produce en un contexto de violencia y opresión (como ocurre a menudo en el seno la familia heteropatriarcal), es difícil considerar a eso "cuidado".
Con todo esto, queremos poner sobre la mesa algunos elementos que nos han parecido destacables y que pueden enriquecer el debate sobre los cuidados. Por nuestra parte, manifestamos nuestra adhesión a la Huelga Feminista General del 30 de noviembre. Nos vemos en la calle.
¡Los cuidados al centro!, ¡El 30 de noviembre Huelga Feminista General!