Adela Ibabe

Adela nació en Aramaio, en aquel pedazo de tierra en el cual se encuentran mutuamente Araba, Gipuzkoa y Bizkaia. Adela: flor, roca y hierro.

Comenzó a trabajar en las escuelas de Oñati poco después de terminar la carrera de Magisterio en Gasteiz. Además, y como era habitual en muchos otros lugares por aquella época, participó activamente en la creación de las euskal ikastolas junto a otras dos compañeras. Adela tomó parte en el nacimiento de la Ikastola San Frantzisko Xabier (conocida como Ikastola Arizmendi a día de hoy), aquello fue una expresión de resistencia al franquismo, una alternativa a la escuela del régimen. A pesar de que la represión franquista no pudo aplastar el florecimiento de las ikastolas, las impulsoras de la ikastola no tenían un reto nada fácil: poner en marcha un proyecto popular cuyo eje idiomático fuese el euskara y que supusiese, a su vez, un nuevo y revolucionario modelo pedagógico. Un reto de tal calibre, trajo consigo consecuencias de igual tamaño. Y es que era un momento en el que las disputas internas por la institucionalización de las ikastolas estaban al rojo vivo (“los euskaldunes contra los euskaldunes”), ya fuese por razones religiosas o políticas o incluso por la rectitud o pulcritud de la vida personal de las profesionales docentes.

Esa fue, precisamente, la razón de ser de la expulsión masiva de gran parte del profesorado del claustro al que Adela misma pertenecía: despidieron a 15 profesoras de las 17 que eran en total, Adela incluida.

A pesar de que en un primer momento, el profesorado despachado recibió un gran apoyo por parte del pueblo, más adelante, siendo considerada calaña “comunista” y “española”, los gestos de solidaridad cesaron y se quedaron sumidas en la soledad. Adela no volvió a ejercer de nuevo en los 28 años en los que vivió.

28 años, sí. Y es que nuestra Adela murió joven, nos dejó sin haber vivido ni tan siquiera treinta primaveras. Se quedó embarazada en un tiempo en el que practicar el aborto era ilegal, peligroso y caro. Sabía muy bien que suponía someterse a un aborto: el riesgo a una pena de cárcel de entre 6 meses y 6 años, de 200 a 400 muertes anuales por abortos clandestinos, así como un gasto económico que casi triplicaba el sueldo base. Y teniendo en cuenta todo ello, su decisión fue abortar.

El procedimiento lo llevó a cabo en Irun, en el barrio Ventas, de mano de un médico francés. La operación cursó satisfactoriamente pero al día siguiente se comenzó a sentir mal. Fue trasladada al Hospital de Arrasate, donde le hallaron un sangrado interno y a pesar de que le mandaron al Hospital de Cruces con urgencia, murió al de escasas horas de su llegada al hospital.

 

Es a ella a quien le debemos el trabajo en favor del euskara y la reivindicación a viva voz en pro del derecho a abortar de las mujeres. Gracias a su lucha nacieron las semillas en contra del Sistema de Dominación, semillas que también hoy en día, seguimos viendo como crecen.

 

Gabriel Aresti transcribió con maestría la vida y memoria de Adela, y como bien indicó en sus versos, te prometemos que seguiremos en esta lucha, en tu memoria.

gure amorruagatik
gure gorrotoagatik
egin dinagu
zin finko bat:
azken kolpea eman arte
iraungo dugula
gure burruka honetan
hire memorian
hire memorian
hire memorian!
Gabriel Aresti, musicalizado por Oskorri