6 de septiembre, día del colonialismo vasco

Ayer, 6 de septiembre, tuvimos el dudoso honor de celebrar el V centenario de la llegada de la nao Victoria, en ese momento capitaneada por Juan Sebastián Elcano, al puerto de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. Casi tres años atrás, había comenzado la expedición que los llevaría a los libros de historia por circunnavegar exitosamente nuestro planeta, campaña financiada por la monarquía hispánica con el objetivo de abrir una ruta comercial por el Pacífico hasta las "islas de las especias". En conmemoración de la travesía y del ilustre capitán que terminó el viaje, oriundo de Getaria, la clase política de la CAPV, con el PNV a la cabeza, ha decidido considerarlo como día festivo este 2022, fomentando así la marca Euskadi y la importancia de los vascos en la historia.

En aquel entonces, apenas habían pasado 30 años desde que Colón desembarcara en Abya Yala por primera vez y las monarquías europeas ya se estaban lanzando a la mar en busca de nuevas tierras y culturas a las que someter. Fueron unas décadas fundamentales, en las que el saqueo, el genocidio y la esclavización de los pueblos originarios establecieron los cimientos sobre los que se comenzaría a erigir la Modernidad Capitalista. En ese contexto, muchos reivindican el buen nombre de Elcano por tratarse de un comerciante, un emprendedor, a diferencia de otros "sanguinarios conquistadores" a sueldo de la corona española. Aun siendo cierto que Elcano fuera un mero comerciante (cosa que dudamos), no podemos desligar el comercio del proceso de colonización: "comercio" era precisamente lo que hacían con los esclavos y con los recursos naturales que saqueaban; lo que permitía la acumulación de riqueza tanto de reyes como de la nueva clase dominante en ciernes (la burguesía); lo que impulsaba la asimilación y subordinación cultural de los pueblos con los que contactaban. Aquel "comercio" era una expresión más, entre muchas otras, sobre las que pivotaba el proceso de colonización. Una colonización que estaba atravesada en su totalidad por la lógica de la dominación, y que, por tanto, buscaba someter de todas las maneras posibles los recursos y cuerpos que encontraba a su paso. Claro ejemplo de ello es la muerte de Magallanes, primer Capitán de la expedición, asesinado mientras intentaba someter y evangelizar una tribu indonesia. O el hecho de que Carlos V otorgara la condición de "gobernadores y adelantados de las tierras conquistadas" a los jefes de la expedición.

Dentro de toda esta escalada imperialista, no se puede obviar la participación de los vascos. El hecho de que los territorios vascos fueran sometidos y asimilados por los Imperios español y francés, no implica que al interior de lo que hoy conocemos como Euskal Herria no existiera una pulsión imperialista que pujara por integrarse en el proyecto de dominación. De hecho, la épica más rancia y fascista del nacional-catolicismo español siempre ha ensalzado la labor de numerosos vascos, que al servicio de la monarquía hispánica, contribuyeron a la mayor gloria del Imperio Español. Y ciertamente no les falta razón. Además de Juan Sebastián Elcano, fueron vascos también hombres como Miguel de Legazpi, conquistador de Filipinas o Blas de Lezo, militar de la Armada Española. Personajes de esta calaña abundaron entre los que participaron en la conquista de Abya Yala o contribuyeron a mantener el poderío naval de la monarquía hispánica, imprescindible para el desarrollo del comercio triangular y el traslado de miles de esclavos africanos a Abya Yala. Fueron vascos algunos de los más destacados protagonistas que impusieron a sangre y fuego las expresiones más avanzadas del Sistema de la Dominación en aquellos territorios de ultramar.

Ante todo ello, el hecho de conmemorar este tipo de días no es casual. Que las élites vascas se dediquen a conmemorar fechas que representan la destrucción de culturas enteras, es una herramienta más del Sistema de la Dominación, que perpetúa el pensamiento colonial en sí mismo. Cada cual tiene que buscar su lugar en la historia. El nuestro está con aquellas que resistieron y aún resisten a la colonización. Con aquellas que fueron deshumanizadas y esclavizadas por la civilización blanca europea: descritas como salvajes, incivilizadas y primitivas, de tal forma que quedara justificado su conversión en mera mercancía. Con aquellas que aún llevan impreso en sus cuerpos el estigma de la racialización, y que luchan en sus territorios colonizados o tratan de huir a los centros imperialistas en busca de una pequeña porción de la riqueza que les han sido sustraída durante siglos.

Por todo ello, tanto el 6 de septiembre, como en el resto de efemérides de la misma índole, no tenemos nada que celebrar.